Sergio Guillén es la mente destrás de una de las mejores web musicales de España, Renacer Eléctrico que este año cumple 10 años de vida.
Esta es la reseña de Apeirophobia escrita por Sergio.
Primero nos llegó la transición de If a Ifsounds. El 1 de junio de 2010 aparece un recopilatorio gratuito que sirve de cierre para la “era If” y abre idealmente la “era Ifsounds”. Entre los temas del trabajo se ofrece una inédita composición titulada “Don Quixote”, creación que será la primera de Ifsounds y de su nueva formación con Elena Ricci y Enzo Bellocchio.
El segundo punto es asentarse cual Ifsounds, y la mejor manera de hacerlo es ofreciendo un larga duración totalmente nuevo, sin perder la esencia de aquellos If pero vigorizando la etapa que se estrena con una visión todavía más abierta. Y eso es Apeirophobia, palabra que no sólo agarra con una sola mano los cinco cortes de este CD, ya que también pone título al bistec que se reserva esta pitanza musical. Las cuatro piezas que preceden a la extensa –rozando los treinta minutos– “Apeirophobia” sinceramente se asemejan a un proceso de preparación, de aclimatación a un ambiente cambiante que el oído inexperto necesita ir reconociendo con extremo cuidado y que desde los primeros compases nutrirá a los ya talluditos en estas experimentaciones o quiebros de tempo. Así, “Anima Mundi”, “Summer Breeze” –preciosa–, “Last Minutes” o la corta e instrumental “Aprile”, suben y bajan por la montaña rusa que son sus planteamientos estilísticos en este 2010. Luego, cual ente que sorprende al que se lo encuentra, aparece la pieza clave.
Y es que “Apeirophobia” es tamaño cajón de sastre que hasta el más picajoso puede sentirse en casa. Hay pequeños homenajes al estilo de David Gilmour –“Part 1 Apeiros”–, algo de clasicismo a las teclas, percusiones dotadas de sabor místico o rendiciones a lo que puede hacer con la guitarra acústica o la española el británico Steve Hackett etapa post Genesis. Además, y en contra de la negación que subrayan muchas bandas italianas de su generación, Ifsounds sí respetan el pasado del país que les vio nacer y por ello en algunos alocados duelos entre teclados y sintetizadores se puede uno retrotraer a los Goblin que grabasen esas bandas sonoras inquietantes y frenéticas para algunos de los mejores largometrajes de Dario Argento. Una obra por la que comprender finalmente que en el nuevo milenio el art rock está más que unido al progresivo.
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